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Mostrando las entradas etiquetadas como fiestas de Cuenca


Hogueras de la Cruz de Mayo. Cuenca

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Una fiesta de Cuenca que poco a poco se desvanece. Las celebraciones de la Cruz de Mayo, o de la Invención de la Cruz, proceden de los antiguos festivales célticos de Beltane, antípoda luminosa del Samhain, su reflejo sombrío en el ciclo anual. En Beltane, pórtico del Mes Verde, se expulsaba al invierno y se recibía a la primavera, simbolizada por los árboles-mayo que se traían del bosque profundo y se colocaban en plazas y encrucijadas, engalanados y floridos. En el juego de  equilibrios de la creencia antigua, árboles para traer la vida y hogueras para conjurar a la muerte, a la que en efigie se arrojaba a las llamas entre bailes y alegrías. El Cristianismo adoptó la vieja fiesta pagana, como fue costumbre, y en una analogía casi perfecta el árbol mágico pasó a ser cruz verdecida, símbolo también de vida, y así como la occisión del espíritu del árbol servía para traer la vida, así el sacrificio de Cristo era vida y salvación eterna. Las Cruces de Mayo decayeron en Cue...


El Vítor

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En ningún aspecto se hace tan presente la profunda huella que dejó la Orden de Santiago en los pueblos que fueron del Priorato de Uclés como en esta festividad del Vítor, celebrada en los ásperos fríos decembrinos. Los caballeros del Apóstol defendieron la Inmaculada Concepción de la Virgen María siglos antes de la proclamación del dogma, en el siglo XIX, y trasladaron esa sencilla certeza a lo largo de sus dominios. Cuesta encontrar una celebración más austera en la forma, y al mismo tiempo más profunda y visceral en la manera de ser vivida. Todavía mientras escribo estas líneas el estandarte de la Inmaculada recorre las calles de Horcajo de Santiago, en una singular procesión de un día entero de duración. Ninguna foto, ningún vídeo le hace justicia. Ni remotamente. Hay que estar allí y vivirlo.


La Endiablada de Almonacid

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De todos los ritos de Carnaval ancestrales que se conservan en los pueblos de Cuenca, la Endiablada de Almonacid es quizás el más espectacular y conocido. Una fiesta que hunde sus raíces en las Lupercalia y las Februa clásicas, vivida en este pequeño pueblo con un entusiasmo y una devoción estremecedores. Ciento cuarenta diablos atruenan el aire con sus enormes cencerros, mientras ejecutan carreras, saltos y cabriolas delante de la Candelaria, en lo que es una de las mayores exhibiciones de botargas de Carnestolendas de todo el territorio nacional. Impresionante y sobrecogedora en su fuerza, su colorido, su ritmo salvaje y su simplicidad. Y si alguien quiere vivirlo (y será un recuerdo imborrable), mañana es el segundo día grande, dedicado a San Blas, obispo, mártir y patrón de diablos.   Imágenes en andas de la Candelaria y de San Blas. Hoy toca la primera, con los diablos ataviados con un gorro de flores. Mañana día 3 cambiarán éste por la ...