Toledo, on the rocks
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En mis muchos y frecuentes desplazamientos a Toledo por cuestiones profesionales y familiares, recuerdo haber tenido días primaverales de suave brisa, tardes de chuzos de punta, amanecidas de puré de guisantes londinense, nochecitas toledanas y, por supuesto, mediodías de cuarenta y cinco a la sombra con los gorriones cayéndose de culo en pleno vuelo. Sin embargo, lo de este pasado fin de semana jamás lo había visto, y no espero volverlo a ver en mucho tiempo. Y eso que la ciudad va ya levantando cabeza, por lo menos del temporal. Las otras dos Parcas siguen ahí, y van para rato me temo. Este Toledo de inversión térmica y de película distópica de argumento preapocalíptico da escalofríos, literales y metafóricos. Cuesta reconocer al potente destino turístico de los tres millones y pico de visitantes (según la autoridad competente), que hace un año esperaba llegar a los cuatro millones con el Puy du Fou. A diferencia de Cuenca, administrativa y clientelar, Toledo es una ciudad turística,