Entradas

Mostrando entradas de junio, 2016


La Cava de Garcinarro

Imagen
Cuatro imágenes del yacimiento arqueológico de La Cava, en la localidad de Garcinarro. Son frecuentes en la Alcarría de Cuenca estos asentamientos rupestres sobre pequeños promontorios, siempre medio excavados en la arenisca comarcana de característicos tonos cremas y grises. Hay zonas, como el valle del Guadamejud, donde abundan especialmente, aunque estas terrazas sobre el río Jabalera, a la vista de la Sierra de Altomira, no se quedan mancas. Incluso hace años, con el ton o hiperbólico propio de la promoción turística, se llegó a hablar de una "Capadocia conquense". Suelen ser lugares con una amplia secuencia de ocupación (y de usos diversos) a lo largo de varios periodos históricos. Éste de La Cava estuvo poblado en Bronce, Hierro y época visigoda, aunque algunos muy cercanos, como los de Mohorte y Cuevas de Santiago, han estado habitados hasta época contemporánea y otros siguen siendo nuestros pueblos, sin ir más lejos Garcinarro o Mazarulleque. Lo que hay de


Buendía

Imagen
Bueno, después de este mesecito de temporada extra, rodando como el baúl de la Piquer por toda la provincia de Cuenca e inmediatas inmediaciones, retomamos este foro, que lleva tiempo un tanto abandonado. Comenzamos con fotos de hace unos días por la ilustre villa de Buendía en las Alcarrias de Cuenca, con su gigantesca iglesia columnaria, sus dos museos, sus plazas y rincones con encanto, su ermita de la Virgen de los Desamparados y, más modernamente, la Ruta de las Caras. Da gusto ver cómo ha ido creciendo el turismo en Buendía estos últimos años, y todavía crecerá más. Será porque está haciendo las cosas bien. Bonjour, Buendía.


Alcalá del Júcar...

Imagen
El río Júcar, tal y como lo conocemos hoy, apenas tiene dos millones de años. Hasta entonces lo que nacía a los pies del Cerro de San Felipe, en el corazón de las Sierras de Cuenca, era el Guadiana. Después, por algún olvidado cataclismo o la simple erosión, toda la cabecera del río basculó hacia el Mediterraneo. Hoy, a lo largo de las Manchuelas, el Júcar traza el codo de captura que lo rota a Levante, en un cambio de rumbo radical con respecto al de sus primeros kilómetros. La cuenca del Guadiana quedó descabezada, un río sin orígenes claros, mientras que las aguas verdes y rápidas del nuevo río caudal atravesaban el zócalo manchego, viejo lago que fue, labrando un camino atroz de tajos y estrechos hasta el nuevo mar. Porque el precio que pagó el Júcar fue hacer de adulto lo que ya había tenido que hacer de niño: cavar, escapar de la Meseta de la manera más arriscada posible a través de una garganta ininterrumpida, desde Valdeganga hasta Sumacárcer, de 150 kilómetros de lo