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Mostrando entradas de marzo, 2016


Escatología conquense

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Nadie puede dudar que la Cuenca levítica entre peñascos es una ciudad muy escatológica, en la acepción mística y espiritual de este curioso palabro que tan bien se presta a la ambigüedad ladina y a la ruin malicia. Pero hoy aquí no toca sesión de metafísica, sino que vamos a ocuparnos de la otra escatología conquense, sirviéndonos para ello uno de los elementos más pintorescos de la arquitectura popular de Cuenca, artilugio singular y pasmo de los siglos: el retrete colgado  (que no colgante). Así que, vista la peculiar enjundia del tema a tratar, ruego aquí a cuanta alma sensible lea estas líneas para que recapacite acerca de continuar su lectura o al menos la disponga, o bien para en antes de la canóniga, o bien para después de la siesta. Se puede comenzar aseverando que el asunto de los orígenes de los excusados suspendidos de la vieja Cuenca anda en opinión desde los años de Maricastaña. Así, Cide Hamete Benengeli (el mismo que le chivó al Manco de Lepanto la his


La Carta de los 76

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En esta fría mañana de nieves, a punto de consumar la maldición familiar y embarcarme de nuevo en otra cruzada por la conservación del Casco Histórico de Cuenca, he cogido los bártulos y me he bajado al archivo municipal. Si yo pudiese en un archivo viviría, con su olor a papel de paño y a polvo viejo, y a pátina de tiempo detenido. Tenemos un magnífico archivo concejil en Cuenca, un tanto saltarín y nómada (eso sí) por la poca consideración que a nuestros munícipes les han  inspirado siempre los legajos viejos, pero esa es otra historia. Esta mañana iba buscando algo muy concreto, de cuya existencia sabía por el libro de Troitiño: una carta firmada por setenta y seis vecinos de la vieja Cuenca en 1920, en el apogeo de los Años de Hierro del Conjunto Histórico. Tras décadas de degradación de la Cuenca alta, el año 1907 el Ayuntamiento dio definitiva luz verde al estrambote: el Plan Urbanístico de Antonio Carlevaris. Éste consistía, entre otros dislates, en la reurbanizaci


La Conquista de Cuenca de 1854

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Bueno, he aquí una entrada sobre historia de Cuenca, con mucho texto y bien pocas fotos, sólo apta para friquis de historia local, que curiosamente y contra todo pronóstico son fauna bastante abundante y aguerrida. Va por ustedes, compadres. Cuando hablamos de la conquista de Cuenca el imaginario se fija inmediatamente en "la Conquista", que por supuesto es la de 1177. Probablemente entre el 5 y el 8 de septiembre. Lo de San Mateo llegaría mucho tiempo después, a la par que  lo fue un brutal asedio por consunción se convertía, a golpe de cronicón apócrifo y de remedo mitológico, en una chusca leyendeja con borregos y borregas de por medio. Y es que en eso de los borregos en Cuenca hemos ido siempre bien servidos (porque fuimos cuadrilla mesteña, no saque el lector apresuradas conclusiones). Pero es que, aparte de la Conquista, conquistas en Cuenca tenemos todo un catálogo del que alardear, entre documentadas y presuntas. Es curioso comprobar cómo a todo aquel